lunes, 9 de agosto de 2010

NI CONTIGO NI SIN TI

AÑORANZA I

Emigrar,

debilidad de todos los tiempos.

Huir de los insectos

de esta desgarrante ansiedad interior

que mira a un ser vegetativo

siempre parado en el mismo sitio

con manos inertes,

ojos desmesuradamente vivos

mirada lejana, viajera galáctica.


Emigrar,

persiguiendo el futuro,

renegando el presente

matando el pasado.

Para no llorar lágrimas

de juventud perdida,

de anhelos frustrados,

de pequeños deseos insatisfechos

necesarios, imprescindibles.


Emigrar

llorando bien adentro

por cada rincón,

cada grano de arena,

cada losa colocada,

cada paso,

y aquel árbol amarillo,

de la Quinta Avenida,

los amigos y el Reloj.


Emigrar,

para olvidar los lugares prohibidos,

los de la tristeza visceral,

los de los esfuerzos inútiles,

los de la esperanza perdida.
                                                             
La Habana, 1999


AÑORANZA II

Mi calle,

en junio se vuelve río,

náyades saltarinas van por ella

provocando a los sátiros.

Después de la lluvia

los árboles lloran

y nos unimos en llanto

como de despedida.


Mi calle

y sus colores.

Verde, por todos lados

incitando a la esperanza.

Malva, cayendo,

se vuelve alfombra

bajo mis pies.

Amarillo, mi árbol preferido

como de oro, como de sol.


Mi calle

y sus fachadas majestuosas

grises ayer, abandonadas,

amor nuestro refugio.

Renaciendo hoy, renovadas.


Extraños te habitan.

Nosotros te amamos,

a oscuras o iluminada

siempre,

             mi calle.
                                                 
La Habana, 26 de febrero 2001


AGONÍA

Ir más allá de mi calle

esquivando charcos fangosos,

heces de perro

y arroyuelos putrefactos

que corren a lo largo del contén.

Enfrentarse con la agonía de la espera,

finalmente subir, ver sus caras.

Las miradas pérdidas,

las bocas fruncidas,

reflejando el resentimiento

la impotencia que corroe el alma

y los hace arremeter contra sus semejantes

como culpándose unos a otros

de sus respectivas frustraciones

de tanta vida perdida

en consignas y discursos,

del tiempo que se les escapa.

Oh, Dios tengo miedo de envejecer

vendiendo cucuruchos de maní.
                                                                 
La Habana, 10 de febrero 1999


IDENTIDAD

Pasa corriendo el paisaje

una campiña triste nos adiós

coronada de parduscos pastizales

poblada de animales escuálidos.

Cada pueblito languidece

entre sueños inconclusos

y ruinas irreparables.


La ciudad nos recibe cálida, hospitalaria,

desgreñada y con muletas

que la ayudan a sostenerse.


Los huecos en los techos

para que penetre el sol y la lluvia

están de moda.


De madera preciosa carcomida

aún relucen las puertas,

impecablemente hermosas,

como seduciéndolos

para que no dejen de entrar

día tras día

en el infierno de sus agónicas vidas.


Las montañas nos hablan

sabias y parlanchinas,

como esas abuelas que cuentan

su vida a cada visitante

y lloran por su ciudad perdida

en un futuro premonitorio, devastada

por la furia de los cuatro elementos

confluyendo en el centro

desde cada punto cardinal.


Asustados tratamos de huir

antes de oír las últimas palabras.

Quizás, el ángel de la Catedral

tenga tiempo de volar

hasta la piedra más alta.
                                                
Santiago de Cuba, 19 de mayo 1999

martes, 3 de agosto de 2010

LOS GRISES Y TÚ

NOSTALGIA I

Son hermosos los grises,

los días,

grises que pasan por mi calle

golpean la ventana

y mojan el corazón.


Grises que estrujan mi soledad

zumban en los oídos

y arrastran los pensamientos

hacia ardientes orgías de dos.


Grises de luz y arcoiris,

con él,

grises que roban mis fuerzas

solo para contemplarlos

y hundirme en ellos.


Hoy es gris,

es viento, es frío, es calma

que hiere la esperanza

y duele.


Hoy es gris,

me gusta, sueño

y espero mañana

un azul.
                               

La Habana, 14 de diciembre 1998



NOSTALGIA II

Vuelvo al gris,

sin ti,

tras los años,

tras otra ventana

en otra tierra,

en otro cielo.


Grises en un manto

que cubre todo, cayendo,

el rumor de la lluvia

corriendo a mares por la vida,

tocando a los que huyen

de la furia de los dioses.


Resoplan las chimeneas,

mas gris

volando hacia las nubes.


Calle gris,

que no reconozco mía.

Gris me oculto en las alturas.


La luz quiere

rasgar el gris

el azul quiere

imponerse al gris

el arcoiris vuelve

a inundarme el alma.
                                              
Santo Domingo, 4 de junio 2003



DESEO I

Es la madrugada

y este incendio

que no me deja dormir.

Casi las llamas me abrasan,

sola, logro extinguirlas.

Pero el fuego renace,

será una lucha infinita,

y dejo que me consuma.

Divinas cenizas que pueden volar,

ya no soy mas

que partículas de mí misma

dispersas en el aire.

No hay esperanza, o si,

otra vez el ave fénix

siempre la vida.
                                               
La Habana, 9 de diciembre 1998



DESEO II

Hoy no siento vergüenza

de este calor confuso

que me recorre

y se queda atrapado, sin atreverse

a subir para pensarlo

o a bajar para desearlo.


Hoy no siento vergüenza

de tantas lágrimas

a medio llorar, goteando poesía,

ni de soltar las palabras

que nadie quiso oír,

desterrando al silencio.


Hoy no siento vergüenza

de inventar amor

en cada insulto

y deseo en cada cucharada

hoy, mejor termino

antes de volver a avergonzarme.
                                                                 

La Habana, 26 de abril 1999


CRISIS I

Atrapada en este árbol

por viejas ramas

sosteniendo a los retoños.

Presa de un amor precoz

donde me hice encerrar

atada de pies y manos,

temerosa de romper el hilo.


Buscando enloquecida

puertas y ventanas,

descartando las falsas salidas,

con esa desesperación,

no tan desesperada,

de la que alguien habló.

Perdiendo pedazos de alma

por cada hora que me pasa por encima.


Desconfiada hasta la médula

de soluciones oficiales.

Quizás pueda pincharme el dedo

y dormir cien años

hasta que pase la borrasca.
                                                    

 La Habana, mayo 1999


CRISIS II

Morir, morir,

cada célula destilando tristeza

los sentimientos pugnando, todos,

anulándose unos a otros, el vacío,

como todos los colores, el negro.


El corazón se desborda,

el cerebro agoniza

las manos crispadas se abren

dejando caer, casi perfecta, una flor.


Caer, caer, caer

pétalos desgajados ya anuncian el final

bajo el paso de algún zapato distraído.


Pero unos ojos,

una mano precisa, quizás,

le cambien el curso a la vida.
                                                           

La Habana, 6 de mayo 1999



CRISIS III

Presa de tus miedos,

terror a veces

de tu rabia,

de tus emociones disimuladas,

de tus pecados,

de tus deseos inconclusos,

de los infinitamente pendientes.


Jamás saldrás a la luz

prefieres la protección de la penumbra,

del gris

lo demasiado puede pasarte la cuenta

y no estas dispuesta

a alterar el orden de la vida.
                                                                   

Santo Domingo, 2003



INSEGURIDAD

Son ellos petrificados, inanimados,

apareciendo siempre en el camino

son esas piedras que no apartas

ni logras saltar, te confundes.

Tus pies se hunden en el miedo

la inseguridad te aplasta

No puedes esperar siempre

que la erosión del tiempo y el olvido

las deshaga,

puede demorar siglos,

para entonces habrás muerto

tragada por el pantano de la resignación.

La última piedra tiene voz

y a veces murmura o grita:

¿quién eres? ¿qué quieres?

puedes saltar, escalar, volar.
                                                                  
La Habana, 1999


AUSENCIA I

Eres tú,

quien me encuentra errante,

perdida en mis sueños,

estropeada de tanto buscar inútilmente


Eres tú,

quien me rescata,

chamuscada por esos fuegos

que dejan fríos el cuerpo y el alma


Eres tú,

quien me salva

cuando estoy a punto de caer al vacío

y ser devorada por el desamor


Eres tú,

quien me ayuda

a llevar la vida

que tanto pesa y amo.


Eres tú, siempre,

quien no está

en el momento de saber y decirme

quién soy yo.

                                                                 La Habana, 1999


AUSENCIA II

Esta soledad tuya

que siento mía

y viceversa

me oprime el corazón


Amaneció frío este siglo

y ahora que conozco de ausencias y soledades

en esta inmensa cama helada

me pierdo


Corro a la habitación de mis niñas

buscando calor, amor, vida.

Felices, ellas duermen.

Tú me faltas,

yo despierto.

                                        La Habana, enero 2001